Internet: ¿una ventana al conocimiento?
“Lo que no sabe Dios lo sabe Google”. Esta es una de las frases que resume el imaginario de la gente sobre el Internet. Suele creerse que todo el saber del mundo se condensa entre sus tejidos de fibra óptica. Con cuánta alegría admitimos que el Internet nos ha facilitado la búsqueda de información; que nos ha abierto las puertas del conocimiento. No existen más bibliotecas. No hay por qué pasarse horas de horas leyendo libros obsoletos. ¿Para qué perder el tiempo si en la web 2.0 encontraremos todo aquello que necesitamos?
Me parece muy curioso que las personas admitan este tipo de supuestos sin mayores cuestionamientos. ¿En verdad podemos encontrar allí todo el conocimiento producido en más de 2000 años de civilización? ¿La información que nos brinda Internet es, realmente, valiosa? Dos preguntas que valdría la pena dilucidar.
Partamos del principio. Cuando yo cursaba mi etapa escolar, no existía el Internet. Al menos, no en la versión comercial con la que ahora lo conocemos. Había que ir a la Biblioteca Municipal. Algunos creerán que la perspectiva que adopto aquí es la de un viejo lector melancólico que se resiste a utilizar las nuevas herramientas que el mundo moderno ofrece. Pero no es así. Al terminar el colegio, vi por primera vez una computadora con conexión a la red. Tenía 16 años. Percibí el cambio en su punto mismo de iniciación.
Con el tiempo, aprendí a navegar en la web, a buscar información, a conectarme con el mundo. ¿Pero, realmente, me conecté con el conocimiento? Si uno revisa los resultados de cualquier búsqueda, se encuentra con una cifra impresionante de páginas que abordan el tema propuesto. Pondré un ejemplo sencillo. Escribí la palabra “Islam” en el buscador de Google y encontré esto: “Aproximadamente 121,000,000 resultados (0.16 segundos)” ¿Qué diablos significa eso? ¿Qué existen 121 millones de artículos distintos referidos al Islam? No, ¿verdad? Es fácil notar, tras una breve revisión, que la información se repite indefinidamente de página en página. Es decir, no existe tal cantidad. Es solo una fantasía.
Dentro de lo poco que se puede hallar, encontré un artículo en Wikipedia, otro en Monografías.com, otro sobre musulmanes peruanos y una infinidad de páginas en inglés del tipo www.islam.com que no tenían mayor contenido textual y sí un espacio destinado a digitar los números de la tarjeta de crédito. Conclusión: sigo sin saber qué es el Islam, a pesar de que existen 121 millones de artículos relacionados con él.
Por otro lado, el Internet, calificada como la gran ventana al conocimiento, realiza las búsquedas a través de direcciones de I.P. ¿Qué quiere decir esto? Que la información hallada se circunscribe a la región, país o localidad donde se produce. Es decir, todo lo que busque me remitirá a información producida en el mismo lugar donde realizo la búsqueda. Jamás encontraré artículos sobre el Islam producidos en Arabia Saudita, Bangladesh o Jordania. Así como ellos jamás encontrarán conocimiento sobre el cristianismo producido en España, Perú o Estados Unidos. ¿Dónde quedó la ventana al mundo?